Odio a los fantasmas, son los sujetos más ruines y despreciables, pero sobre todo: Homosexuales, que he tenido el disgusto de conocer en mi hermosa vida.
Mi tía, que vive en la casa de enfrente, me pidió que estuviera un rato con ella, pues vive sola y últimamente ha tenido la sensación de que algo o alguien se sentara al lado de ella en su cama mientras duerme; algo que no está allí pero tú sabes o sientes que allí se encuentra; una presencia perturbadora y desconocida en la oscuridad cuando abre a los ojos y no ve nada.
En una ocasión, cuenta ella, que sintió cómo su colchón se sumía justo a la altura de sus pies. Ella despertó alarmada pensando que podrían ser los gatos que se subían, cosa que no podía ser porque los animales dormían en un sillón que está al lado. Prendió su celular para tratar de tomar una foto y ver lo que no se podía ver y, según ella se pudo distinguir la figura semihumana de un fantasma.
“Leyes de refracción y espejos; espectros de luz que tienen una explicación lógica. O tal vez un trastorno del sueño alucinatorio que ocurre entre la vigilia y el sueño”, le dije en tono burlón, con mis lentes de nerd y un cohete a escala en la mano que había construido momentos antes. Finalicé con un “jaquemate” rebatiendo todo argumento que pudiera discurrir ella con sus teoría charlatanas, como todos ustedes nerds harían.
Ayer acordamos cambiar habitación. Mi tía durmió en mi recámara y yo en la de ella. Al cabo de unas horas, cuando soñaba yo que me cogía a Lynn May y a Laura León en un circo, algo interrumpió bruscamente mi fantasía y se movió el colchón como si alguien se sentara a mi lado a la altura del pecho.
Debo de reconocer que se me subieron los huevos a la garganta, pero estaba determinado a enfrentarme a lo que fuera que ocurriera en ese cuarto. Lo sentí cerquita cerquita y dije: “¡Hiiijo de tu puuta madre!” Lancé un patadón con todas mis fuerzas hacia donde podría estar el fantasma pero no sentí nada. Cuando prendí la luz, el muy cobarde había desaparecido mariconamente antes de que mi pie lo impactara. Encendí el televisor para relajarme y que se me terminaran de bajar los testículos a su posición normal, y al final pude conciliar el sueño de nuevo.
Hoy por la tarde estuve enchilado buscando en los rincones más oscuros de la casa de mi tía –donde según se guardan las malas energías–, retando al fantasma con insultos humillantes para hacer que me molestara a mí en vez de a una pobre señora que vive sola y temerosa. “Vente conmigo pendejo, a ver si muy chingón, te voy a poner una mega-archi-ultra-chinga, te voy a arrancar los huevos y te los voy a dejar en vez de tus ojos.”
Yo no soy una persona que crea en fantasmas, pero por si las dudas, he fabricado una armadura antifantasmas que me permitirá defenderme mejor a la hora de enfrentarme a ellos.
Consta de un sistema de cableado metálico ionizado que canaliza la energía malévola que emanan los fantasmas y una tela impermeable para protegerte de la lluvia en caso de que esté lloviendo. También se aprecia una cruz que sirve como arma y como método de intimidación fantasmal.
Si quieren estar más protegidos, una buena opción es llevar un escudo blasonado con figuras antifantasmas que sirven para bloquear ataques cobardes propios de los fantasmas como flechas, escupitajos de ácido sulfúrico, sémen fantasmal cegador, rayos que convierten en piedra, hechizos malditos, etc.
Un método efectivo para proteger la retaguardia es un artefacto que produce viento dirigido haci atrás para evitar ataques inobles o trastadas espectrales por parte de tus enemigos. El viento, como ya todos sabemos, siempre retrasa el movimiento veloz de los fantasmas.
Ahora que si quieren seguridad total, les recomendaría todos los artilugios que se muestran en la imagen de arriba. La gran mayoría son indispensables. Ustedes sabrán decidir cuál se adapta más a sus técnicas de combate contra fantasmas.
Si quieren comprar una armadura antifantasmas mandarme un correo electrónico con el número de su tarjeta de crédito (no se olviden de poner la fecha de expiración y la clave PIN).
Lo peor de los fantasmas, aparte de sus mariconadas de ofender y desaparecer, son sus insufribles lamentos. Tan trillados y patéticos.
“Buuuuuaa, buuuuuuaa.... estoy muerto... maté a mi esposa y a mis hijos y me los comí, por eso ahora sufro por la eternidad vagando por las tinieblas... ¡Qué triste estoy, cómo me arrepiento! Compadézcanse de mi, por piedad...”
“Me suicidé y eso es pecado. Me la pasaré el resto de la eternidad –si es que la eternidad tiene restos– lamentándome con mis gemidos fantasmales. Sólo me puedo divertir molestando gente viva porque les tengo envidia y quisiera vivir a través de ellos.”
“Hayy , ayyy... Pobre de mí... algún villano me cortó la cabeza y ahora no sé para donde voy ni de donde vengo. Necesito de una canasta especial para guardarla y unos periódicos al lado para que no se mueva y no desenfoque hacia donde miro...”
“Algún estúpido que se hace llamar el falso profeta me ahorcó usando su pene cuando me disponía a huir de él porque le aventé una cebolla desde lo alto de un edificio de cincuenta pisos. No sé cómo le habrá hecho para llegar usando su enorme miembro, pero heme aquí, muerto y penando...”
¡Qué putos putazos son los fantasmas! Les juro que nada más con acordarme de lo que hacen me empieza a punzar el estómago. Se la pasan queje y queje. “Buaahh, buaaaah, soy un alma en pena y sufro muuuuuuchooo.” ¡Gays! Es mucho peor perder dinero en un casino o que dejes la plancha prendida y se te queme tu camisa favorita, que todas esas tragedias cursis de arriba que implican muertes trágicas y dolorosas.
Esto me ocurrió ayer cuando dormía y soñaba que fornicaba con Lynn May:
Cuando yo sea fantasma me la voy a pasar mirando mujeres desnudas, profanando epitafios vecinos con mis vestigios de onanismo o viendo películas gratis en el cine; cosas en las que se puedan aprovechar los dotes que trae consigo la muerte como la invisibilidad y la intangibilidad No me voy a poner a llorar como mariquita como ellos lo hacen.
Los odio fantasmas, de verdad que los odio. Son una bola de gemebundos ectoplasmáticos pusilánimes y escalofriantes espectros. Ojalá se me presente la oportunidad de pelear contra alguno de ellos algún día para demostrarles quién es el que manda.
NIÑO:— Oyes falso profeta... Pero desde hace rato que te tienes que dormir y no lo has hecho aún. ¿Tienes miedo acaso?
YO:— Jajajajja ¿miedo yoo? Jajajjaajja [coff, cofff] No, cómo crees m'ijo. Emmm... Lo que pasa es que... amm.... pues... ... ... ¡MIRA! Un rinoceronte está regalando monedas de oro con la imagen de Mickey Mouse... ¡Rápido, voltea!...
(el niño voltea sorprendido y el hombre escapa por la ventana)
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