El otro día me urgía vender una bicicleta y la oferté localmente enviando un email a mis conocidos. Pero una ligera imprudencia, que momentos después se convertiría en una de las idioteces más vergonzosas de mi vida, hizo que en vez de que yo creara una carpeta propia para las fotos de la bici, las guardara apresuradamente en una carpeta que usaba para descargas y documentos temporales. Nada extraordinario ni alarmante hasta aquí.
Total que usé el ahora obsoleto Outlook Express para adjuntar las fotos y enviárselas a algunos de mis conocidos y potenciales compradores. Eran alrededor de ocho fotos las que había tomado, sin embargo, tras haber seleccionado a todos los contactos a quienes enviaría el email y haber clickeado en "enviar", noté que había dos fotografías más de lo deseado. Esta incongruencia se debía a que no recordé que un par de noches atrás me había tomado fotos desnudo para enviárselas a una mujer (que igualmente se me desnudaba por webcam), pues se lo había prometido o de lo contrario no habría más shows de medianoche. Las fotos de la bicicleta y las porno estaban en la misma carpeta.
Al momento en que supe del error sentí mi rostro hormiguear y un escalofrío como si me hubieran conectado una batería de autobús Estrella Blanca directo a la médula espinal. Me abochorné, sonaba la alarma de emergencia en cada autopista de nervios y mi corazón palpitaba demasiado, como si quisiera escapar de allí antes de que se hundiera el barco, dejándome solo con mi problemón.
En total debieron ser unas veintidós desafortunadas personas quienes recibieron fotografías de una bicicleta de montaña en buen estado, acompañadas de las candentes imágenes de un hombre desnudo de entre 24 y 26 años, en la primera casi completamente y en la otra totalmente, de espalda, enseñando las nalgas.
Lo único rescatable de esta pendejada épica es que al menos no aparecía mi cara, solo mi cuerpo. También me reconforta el hecho de saber que casi todos eran amigos y amigas de mi edad, y que el email —gracias al Señor— no se lo envié ni a mi tía, ni a mi exsuegra, ni a la amiga de mi mamá (¡habría muerto!); pero sí se la envié a mis primos, a una compañera de trabajo y a una chica que realmente me gustaba, y que tras esto, tuve ganas de embarcarme hacia otro continente antes que volverla a ver.
¡Maldita mierda de vida! Ahora me causa risa recordarlo, pero en las semanas que siguieron a esa pendejada no quería ni abrir el puto mensajero y mucho menos que me vieran las personas que me conocen desnudo.
Aunque estoy seguro de que la vergüenza y angustia que sentí no es ni el 10% comparada con la que sufre ahora este hijueputa.
Efraín Bejarano Fuentes, estudiante de la UACH, experto en Yugioh.
La semana pasada causó un gran escándalo en la Universidad Autónoma de Chihuahua tras, presuntamente, lanzar a un perro llamado Cuchara desde el segundo piso.
Mas la historia no termina allí. Con toda la soberbia del mundo, con desplantes insoportables de supuesta inteligencia superior y llamando a todos los estudiantes de la UACH imbéciles, retó a toda la comunidad estudiantil con varios mensajes; entre ellos este:
Reitero mi punto de opinión aclarando que la vida de un animal no vale nada, que deberían preocuparse más por sus compañeros humanos y no por lo que le pueda pasar a un patético animal. Como ya había mencionado antes en mis comentarios, no me importa si los estúpidos estudiantes de ingeniería me quieren hacer algo.
De hecho reto a TODA la comunidad universitaria a que si se sienten capaces de hacerme algo, encontrarme o culpable son libres de investigarme y hacer todo lo posible por crucificarme. Pero que estén conscientes que no pienso bajar de estúpidos a los estudiantes y medios que apoyan con tanta con tanto fervor el patético caso del perro.
Me burlaré cada día de sus hipócritas intentos compasivos hacía los animales.
Desde luego que esto encabronó a todas las personas que se interesaron por la noticia y comenzó la tradicional toma de palas y antorchas para linchar al monstruo. Lo buscaron, pero no había nada que buscar; el mono publicó todo lo anterior desde su cuenta de Facebook, además de que había personas que le conocen, de modo que solo restaba comprobar si era culpable o inocente por el asesinato de Cuchara (algo que desconozco hasta el momento).
Lo único que sí sé es que en este momento es odiado por miles de universitarios. En decenas de páginas amarillistas aparece su nombre completo y su fotografía con comentarios lanzándole una lluvia de mierda. Aún si solo se achacó ese crimen para llamar la atención, ahora de perdedor, de psicópata, de bicho raro, nadie lo baja, ni lo bajará hasta que pase mucho tiempo. Y por si esto fuera poco, hace unos días la policía lo detuvo porque llevaba un maletín sospechoso, repleto de petardos (jaja); y para acabarla de joder y ponerle la cereza al pastel, se descubrió que el tipo es un ñoñazo que trabaja vendiendo cartas de Yugi-oh.
Jajaja, yo me cagué de risa cuando leí esto último. Supongo que es lo más vergonzoso de todo (mucho más que enviar fotografías desnudo por accidente).
Lllegué tarde a la repartición de chingadazos que le dieron en Facebook, sin embargo, no me quedé con las ganas y le envié un mensaje privado que finalizaba con esto:
Me hubiera gustado arrojar unos leños a tu hoguera, pero creo que tu merecido ya lo recibes desde ahora con las miradas despectivas de tus compañeros de clase, con las chicas que te gustaban repugnándote y con esa muralla de rechazo que generaste en torno a tu persona durante el resto de tu juventud. Qué insoportable debe de ser que toda la universidad, tus amigos e incluso algunos de tus familiares relacionen tu persona con la de un perdedor.
No me respondió, obviamente, pues deben de ser muchísimos los mensajes que recibió. Pero estoy seguro que esa sonrisita cínica que le muestra al mundo se convierte en llanto por las noches y en ganas de huir de la realidad, así como yo quise huir cuando mandé el infame correo electrónico; salvo que en su caso, este estigma, esta letra escarlata de ignominia y culpa le perseguirá durante muchos años. Por eso creo que su deuda está más que pagada. A diferencia del "asesino kanino", este es solamente un adolescente muy muy estúpido queriendo llamar la atención. Hacerle lo mismo que él -supuestamente- hizo con el perro me parece un exceso.
¡Cuchara, ataca sus puntos de vida directamenteeeeeeeeee!
Por cierto, ya es el último post que hago sobre animales asesinados, ya no me envíen más por el momento. Sobre el caso del Asesino Kanino, les informaré en cuanto haya algo nuevo y relevante.