Tenía un maestro de física en la secundaria que negaba agresivamente la existencia de Dios, a capa y espada, y siempre hacía burla de una niña testigo de Jehová que usaba falda y cabellos largos. Cierto día, el único hijo del profesor, un bebé de dos años, se enfermó de una rara enfermedad y a los pocos meses murió. El día de su funeral le encontré a él totalmente desconsolado, mirando en la pared un crucifijo, como si hiciera preguntas existenciales a lo que hasta entonces suponía como inexistente.
Yo me acerqué, puse mi mano condescendiente sobre su hombro y le dije: "Lo ve... Dios le ha castigado."
Dicho esto, con una patada tumbé el féretro que guardaba al muertito, y al estrellarse en el piso lleno de pétalos, salió el cuerpecito inerte del infante.
Pero ocurría algo muy raro. La cara del niño estaba azul y amoratada; su estómago hinchado y palpitando produciendo un ruido asqueroso, como si fuera a reventar en cualquier momento. La gente del velorio se juntó alrededor horrorizada. Se impactaron al ver que del estómago del bebé brotaron dos patas insectoidales que rompieron la carne y abrieron un hoyo purulento que mostraba las hediondas entrañas. Un pequeño cuerpo monstruoso se apreciaba en su interior. Se escuchó un abominable berrido infernal revestido de crujientes coágulos, y de la cavidad se asomó una cara de cabra llena de sangre y vísceras que nos dijo: "Eso pasa cuando fornican con animales... ¡grrroooarrr!"... Y todos nos echamos a reír y dieron pambazos con refresco.
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[Dejando a un lado la introducción para captar su atención -¡jaquemate!- empiezo el verdadero post]
Me viene en gracia cómo bastante gente que niega la existencia de Dios tajantemente para parecer inteligente, luego de que terminaron de leer "Una breve historia del tiempo ", sin entenderle, son los primeros en acudir a Él llorando al primer golpazo trágico de cáncer testicular para pedirle que les conceda el milagro de que no les tajen las bolas y terminen hablando más agudo que Carlo Broschi.
Y está bien. Todo mundo tiene derecho a soñar y a avivar sus esperanzas, ¿pero por qué menoscabar a la gente que sí cree en Dios? Es decir, en estos tiempos regidos por la ciencia y la tecnología, ya uno no puede decir que cree en Dios sin que lo tachen de retrógrada e ignorante. Es una actitud prejuiciosa parecida a la de la inquisición de hace siglos. Están haciendo lo mismo que los inquisidores.
En los buenos viejos tiempos, a los herejes ateos se les execraba por negar a Dios y se les condenaba a la hoguera o cosas más espectaculares (para mí). Ahora, a los que dicen creer en Dios dentro de un ambiente cultural mediano-elevado que se jacte de serlo, se les los considera tontos por creer en cosas no fundamentadas en la lógica.
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Esa animadversión y prejuicio contra la religión es bien justificada por los innumerables ultrajes de la iglesia a lo largo de la historia e independientes a la palabra de su religión. Tantos engaños, tanta sangre derramada en el nombre de Dios, tanto robo, tanta hipocresía, tanta pederastia , tanta tergiversación de enseñanzas bien intencionadas para satisfacer fines mal intencionados, y tanto porquería de etcétera más.
Pero de nuevo... ¿por qué carajo esa actitud inflada de pretensión y supuesta superioridad intelectual por parte de los ateos contra los creyentes?
Ateo hipócrita:- jo jo jo, Yo no creo en Dios, Dios es para los tontos...
Médico:- Sr. Ateo, las pruebas indican que usted tiene una enfermedad mortal, le queda una hora de vida...
Ateo hipócrita:- Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nomb...
Si van a negar a Dios, niéguenlo bien hasta el día de su muerte y no anden con joterías a lo último, cuando sientan el pito ponzoñoso del destino tocando la puerta de sus nalgas, hipócritas de mierda. Faltan quizás miles de años para que se pueda tener alguna prueba definitiva sobre la existencia o inexistencia de Dios; aunque si se quieren adelantar les tengo una sugerencia:
Tomen una pistola, apúntense a la sien y disparen. Si biológicamente mueren y no hay vida después de la muerte, significa que tenían razón. Pero si despiertan en una forma espectral, significa que sí existe el alma y sería lógico que también existiera Dios. Yo quisiera saber la respuesta y ustedes me la pueden comunicar de alguna manera -ya sabrán cómo- cuando estén gozando en el limbo o cuando estén quemándose en el infierno junto con su madre y abuelos.
Y no es que sea yo un santurrón persignado que se escandaliza de todo. Yo creo en "Él", o mejor dicho "Ello", en mi muy particular y rara manera. Se podría decir que mi concepción de "Dios" es una embriagante bebida campechana de creencias, ciencia y filosofía; un batiburillo de ideas aportadas por Jesús de Nazaret, Juan, Tomás de Aquino, Baruch Spinoza, Einstein, Carl Sagan, el Conde de San Germaín, Ninel Conde (la mejor físico relativista del mundo) y otros más. No lo voy a explicar porque es muy personal y tardaría mucho en escribirlo porque es complicado para mí.
Albert Einstein, el hombre con el pene más grande en la historia, citó a Dios en varias ocasiones:
"Quiero saber como Dios creo este mundo. No estoy interesado en este o en aquel fenomeno, en el espectro de este o aquel elemento. Quiero saber SUS pensamientos, el resto son detalles. " - dijo alguna vez en su juventud.
"Dios no juega a los dados" - Cuando cuestionó de manera quasi poética el principio de la indeterminación de Heisemberg.
Cuando le preguntaron si creía o no en Dios, respondió que no creía en un Dios personal, o sea, en el ser de hermosa y prolongada barba blanca manejando un convertible hecho de nubes, como nos enseñan en el catecismo, si no que se identificaba con el concepto panteísta de Baruch Spinoza, un filósofo portugués, judío igual que él (quizá por ello la intimación de ideas) que basó su filosofía en el trabajo de Descartes y sus tres sustancias cartesianas, pero atribuyéndole propiedades divinas para hacerla una misma; o sea, Dios.
Spinoza y Einstein ideaban a Dios no como un ser antropomórfico, si no como un ente colectivo totalitario; todo lo existente. Un conjunto de leyes determinadas e inmutables. Para ellos no existía el libre albedrío porque el hombre está condicionado por las leyes físicas que lo rodean, llámesele mecanicismo, determinismo o por qué no, destino.
En pocas palabras, Einstein no creía en el Dios que la mayoría cree, pero sí en algo que va más allá de la moral, ajeno al miedo y al retraimiento que se nos inculca generación tras generación: El sentimiento cósmico religioso -así lo llamo él- que, según explica, es la profunda apreciación sublimada por lo que le rodea en el orden de la naturaleza y del pensamiento, donde la existencia de uno mismo lo aprisiona y quiere sentirse parte de todo un universo significativo.
La ciencia y el arte son la manera de despertar éste tipo de sentimiento y los que son capaces de percibirlo lo mantienen vivo. (Leer su artículo sobre ciencia y religión)
Según vi en el History Channel, Einstein, al final de sus días y en su lecho de muerte trataba de demostrar con una ecuación la existencia de Dios.
Entonces... ¿En quién voy a confiar más: en lo que me dice uno de los hombres más inteligentes que haya existido o en lo que me dicen un grupo de ateos penechicos queriendo llamar la atención?
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Aclaro que yo sólo creo en lo que escribí arriba. No creo ni en el infierno, ni en la penitencia, ni en el Génesis, ni en el bautismo, ni en las obligaciones impuestas por la iglesia, ni en los Iluminati, y mucho menos en ciertas cosas que profesa la iglesia católica, como por ejemplo: "es pecado usar anticonceptivos"; aunque si ustedes creen en eso lo respeto, al fin y al cabo no soy ateo... ni perredista...
Pirrurris 2, versículo 9. " No uséis un método anticonceptivo, porque los métodos anticonceptivos fueron hechos por el señor de las tinieblas"
Sí, cómo no... coff-coff...