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Bebecito Emoxito, la historia (narrada por un vival)

Primero que nada, algunos se preguntarán por qué iba yo a interesarme por un tema así; y yo respondo ¿y por qué putas no? A mí también me gusta sumergirme en chismes, modas, problemas existenciales ajenos, formas de pensamiento menores y otras bagatelas humanas ajenas a mi colección de enanas lesbianas.

La primera vez que me enteré de la existencia de Alexis Villanueva, alias Bebecito Emoxito, fue porque en mis actualizaciones de Facebook apareció una imagen de él, publicada por una página que se dedicaba a fastidiarlo llamada Mother of Bebecito Emoxito. Dos cosas llamaron mi atención, el nombre tan ridículo de bebecito emoxito y su padecimiento, que en mi nerdciclopedia aparece como Síndrome de Apert.

Una de las tantas imágenes de acoso hacia Alexis

La ahora inexistente página de Mother of Bebecito Emoxito tenía cientos de esas imágenes y memes humillándolo, así como miles de seguidores que se burlaban de él masivamente y en bolita, todos aliados contra un chavo incapaz de defenderse.

Alexis Villanueva, alias Bebecito Emoxito

Yo no voy a escribir algo en contra del bullyng. Sería un gran hipócrita si lo hiciera, porque yo mismo he molestado gente; tanto por medio del blog como en persona. Pero con límites, obviamente. Nunca me he burlado de la gente con enfermedades, impedimentos o que parecen tener una vida difícil. Suelo ser cuidadoso al respecto, porque estoy consciente de que algún adjetivo de más, un exceso en la intensidad o el mínimo roce de una fibra sensible, realmente pueden afectar a la persona y conducirla hacia un acomplejamiento, una depresión o algo peor. Por lo tanto, para mis blancos suelo elegir amigos que sé que me las regresarán después (Historias de Juan Carlos Tello), personajes cómicos que casi están pidiendo que se les haga una broma (Huevolín) o personas ridículas y con poca probabilidad de que se enteren de que se hicieron algunos chistes sobre ellos (Sexy o No)

Sin embargo, hay “bromistas” que no conocen los límites.

El idiota de arriba se llama Frederick Tejeda. Es de Tijuana, y estudia psicología en el Southwestern College, de Chula Vista, EEUU, que viene siendo una especie de CNCI gringo. Él es el creador de la página de ciberbullyng contra Bebecito Emoxito (¡carajo, me sangran los dedos al escribir su seudónimo!), y para justificar su hostigamiento hacia Alexis y tener la aprobación de la gente inventó que el mismo Alexis había violado a una de sus primas, y que humillarlo era su forma de vengarse.

Cuando entré a la página de Mother of Bebecito había un link a plena vista que dirigía hacia el perfil de Frederick. Algo así como “miren, yo soy el creador de la página, ¡quiéranme y eleven mi autoestima!” Para mí fue como el típico caso del pendejo que se quiere hacer popular a toda costa, y por eso mismo la cerré y y decidí nunca regresar…

Hasta ayer, cuando me enviaron un excelente reportaje de un justiciero nerd que investigó y descubrió la farsa de Frederick Tejeda, y en un instante transformó todo ese hostigamiento colectivo en un hipócrita sentimiento de culpa de quienes 10 minutos antes hostigaban a Alexis y en un súbito movimiento de concientización de los curiosos. Este es el video:

Yo no sé ustedes, pero si ven el principio, el tipo parece esa clase de idiotas creídos que son muy gallitos cuando están lejos y a salvo, pero que en persona se comportan completamente diferente, ya acaponados y poniendo una carita amilanada de “yo no fui”.

El tal Feoderick, ya sin tanta arrogancia, con un tono de voz muy distinto y con sus huevitos encogidos, respondió con otro video donde leía un artículo de psicología que nada tiene que ver con lo que él hizo, trató de minimizar su graciosada alegando que “solo era un experimento con las masas manipulables”, y además repartió la culpa con todos sus seguidores; un total sofisma, puesto que fue él mismo quien calumnió a Alexis para que sus estúpidos seguidores creyeran que era correcto burlarse de él.

Dan ganas de golpearlo. Si yo lo viera en la calle, le diría amigablemente, “hey, Frederick, ¿qué onda?” Espero a tenerlo cerca, le escupo la cara, lo insulto y le doy un coscorrón, esperando que me golpee para poder golpearlo yo también. Ni siquiera lo golpearía feo; solamente lo inhabilitaría y le haría calzón chino con todas mis fuerzas o le pellizcaría las tetillas, o le metería un pedazo de basura o mierda a la boca. Con gusto pasaría uno o dos días en la cárcel con tal de hacerle bullyng en vivo a ese hijo de puta.

Y si fuera el padre de este chico, Alexis, en primer lugar abofetearía a mi hijo por ponerse un apodo tan estúpido como Bebecito Emoxito. Segundo, echaría más leña al fuego y mandaría el caso a todo medio de información posible (que no dudo que lo difundan, porque el tema de bullyng está de moda en México para desviar la atención de problemas más importantes); incluso tal vez iría con la señorita Laura, ¿por qué no? Tercero, haríamos una denuncia formal, porque acusar de violación sexual es algo grave, y hay toneladas de pruebas de la infamación y testigos dispuestos a colaborar. Sacarle mínimo unos 100,000 pesos o bien que lo metan a la cárcel un par de años. Y que de paso le pongan una buena culeada.

Pero el caso es que todo salió bien para Alexis porque la verdad salió a la luz. El chamaco era inocente.


Epílogo

Esta es una de esas escasas ocasiones en las que al final se hizo justicia. Todo gracias a las investigaciones de un valiente nerd llamado Oscar, el héroe inadvertido de esta historia.

Frederick huyó completamente de Internet, asustado y con la cola entre las patas; pero su nombre y sus petulantes imágenes permanecerán en cientos de páginas y videos por largos años, para recordar a él y a todos lo que hizo. La mancha de ignominia que pintó sobre otro ahora él la llevará en la frente. Será como un leproso. Sus amigos le verán con desprecio o con lástima, al igual que la muchacha o muchacho que le gustaba. Muy probablemente le esperan humillaciones, insultos, y -si Dios es el ente fortachón y vengativo que yo imagino- hasta golpizas o una demanda penal. Frederick, pues, se quemó en la hoguera que él mismo hizo para que otro ardiera; porque, después de todo, el monstruo que debió arder siempre fue él.

Bebexito Emocito se ganó el cariño de sus simpatizantes y el respeto de sus martirizadores. Una medalla simbólica le concedieron por haber mostrado templanza ante la adversidad y una sonrisa a quienes lo atacaban. Ahora la gente le admira, y en vez de pensar en él como un violador, le recuerdan como el chico con el peor sobrenombre que hayan escuchado o leído. Sufrió, persistió y al final triunfó. Le queda una larga y difícil vida por delante; pero ahora él es más fuerte, y también conoce el amor…

En cuanto a mí, su leal narrador, hoy partiré de esta isla. Mis heridas han sanado, pero hay otras heridas que jamás sanarán si permanezco en este lugar. No sé adónde voy, pero sé dónde no quiero estar. He terminado de izar las velas. Regalé mi navaja al pequeño Kumah; algún día será un gran guerrero como su padre. Los nativos me despidieron con la tradicional arahkj y una sonrisa triste, porque saben que no volverán a verme. ¡Adiós, mis amigos! Otras aventuras me esperan allá donde el sol se escondió ayer mientras tomaba la mano de Shirah por última vez. Anoche prometimos que no habría lágrimas, pero ella ni siquiera vino a despedirse. Fue lo mejor… quizás suceda en otra vida… Es momento de zarpar. Ashinka, mi pantera, acaba de rugir, y mi tripulación me llama. ¡Adiós, amigos!… ¡adiós para siempre!… ¡Moveoooos!

FIN
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