¡Afilen sus MACHETES!

Se podría decir que soy un sujeto muy fácil de impresionar. Sacudan la tranquilidad de una calle provinciana con el fragor de trompetas, bombos y platillos, lleven en su desfile a enanos vestidos con ropa medieval haciendo pantomimas, animales salvajes enjaulados transportados en camiones y a un hombre en zancos anunciando con el altavoz un evento magnífico con personas deformes, y no sólo estaré yo presente hasta adelante pagando el precio que fuere, si no que instintivamente y sin darme cuenta, iré detrás de la caravana como si fuera yo uno de los miles de ratones que siguen encantadamente al flautista de Hamelín.

Lo mismo pasaría si viera algo como la imagen de abajo en la entrada de cualquier lugar; incluso de los prostíbulos a los que jamás en mi vida he entrado. Me quedaría embobado viendo el cartél durante varios minutos, respirando ajetreadamente, y luego sacaría mi billetera para pagar.

Steven Seagal con espada y vestido como una especie de M. Bison. Carajo, esa es información suficiente como para que cualquier sujeto heterosexual y que sepa de BUEN CINE DE ACCIÓN pague su entrada para ver la película, dejando a la novia en casa preparando la cena. Es más, ni siquiera hace falta ver un cartel así; el simple hecho de escucharlo de alguien más ya implica pensar en los asientos del cine y la ropa que nos compraremos después para parecernos a él.

Pero esta emocionante imagen no pertenece a una cinta en la que el protagonista es Steven Seagal, si no a otra donde, al parecer, actúa como villano. Para los que no saben a cuál me refiero porque en vez de mantenerse actualizados en cuanto a cine de acción se refiere, están muy ocupados comadreando en su hora del té, la película se llama MACHETE, y es protagonizada por uno de los actores más feos, varoniles y con mayores cicatrices en Hollywood, Danny Trejo.

Como ya habrán visto, el filme es dirigido por Robert Rodriguez, cosa que me tiene un tanto preocupado, pues anteriormente he visto sus bodrios asquerosos como El Mariachi o Spy Kids (jum… ahora me pregunto qué mierda estaba pensando cuando me dispuse a ver Spy Kids; lo más probable es que estaba retacado de heroína hasta el hipotálamo). Lo único bueno que he visto de Robert Rodriguez es Sin City; y hasta eso, le doy crédito parcial porque está basada en una historia ajena y tuvo como co-director a Quentin Tarantino. Yo sólo espero en la gracia de Dios Padre que no la cague. No voy a orar por la paz del mundo o por la gente pobre, yo voy a orar para no salir decepcionado tras ver esa película, y en cambio sí, salir contento del cine con ganas de pegarle a alguien y dirigirme a Chedraui a comprar un filoso machete.

Lo que sí reconozco desde ahora es la oportunidad con la que aprovechará toda esta atmósfera de tensión que ha generado la ley anti-mexicanos de Arizona. Si acaso Robert Rodriguez no es el gran director, en cambio tiene el talento de sobra como para saber lo que será un éxito comercial, y esta película definitivamente lo será, pues además de su temática cuenta con la actuación destellante de Robert Deniro. ¿Acaso vieron cómo se transforma en un auténtico redneck republicano? Mierda, hasta la voz la hace i-gua-li-ta; nomás le falta el pendiente del elefantito en su traje y una bandera del Ku-klux-klan al fondo.

(Por cierto, ¿podrían llamarme MACHETE en vez de Falso Profeta por las próximas semanas? Me harán sentir muy bien. Aparte no contestaré a nada en Facebook, ni Twitser ni Formspring si dentro de su oración no me llaman Machete. Es sólo por un tiempo, así como la otra vez que pedí que me llamaran Máximo; algo así como “qué onda Machete”, “cómo estás machete”; sería genial, gracias).
Todo esto que hace Robert R. no es más que otra tendencia de Hollywood; o sea, poner juntos a un bonche de actores de culto que tengan dentro de su currículum a cientos de miles de fans ávidos por desembolsar su dinero para verlos patear culos (como yo), y la ganancia al cuádruple está garantizada. Como redundante ejemplo tenemos a la futura mejor película de todos los universos: The Expendables

Checa nomás ‘apá: Silvester Stallone, Bruce Willis, Arnold Muchasletras, Jet Li, Jason Statham, Ivan Drago, el ex-luchador “Stone Cold” Steve Austin, el ex-campeón de artes marciales mixtas Randy Couture, más un largo etcétera. Ya lo había mencionado antes pero vale la pena hacerlo de nuevo. Si quieren caerme bien tienen que ver esa película; es cultura universal, recuerden.

Pero volviendo a Machete mucho se ha dicho de que la cinta sólo persigue beneficiarse de los problemas raciales y que incluso hará las diferencias entre gringos y mexicanos más grandes, lo cual me parece absurdo, pues vamos, ¡es una película! Nadie toma en serio las películas… ¡y menos las de Robert Rodríguez! Jajaj, pero qué buena broma la de estos periodistas.

La ley SB 1070 es una mierda; creo que todos estamos de acuerdo. De hecho estuve leyéndola y me di cuenta de que si se lee como un acróstico, el mensaje secreto dice “send all those beaners back to Mexico”. ¡Qué hijos de puta! La mujer que tomó esta iniciativa es la gobernadora de Arizona, Jean Brewer; lo cuál es totalmente incoherente, y ¿saben por qué es tan incoherente?

R= Alguien así de feo no tiene derecho a ser racista. Punto.

Pero lo que también es incoherente y definitivamente me molesta, es la hipocresía de muchos mexicanos.

¿Cuántos de ustedes no hicieron ya su GRANDÍSIMO esfuerzo para detener esta ley firmando cadenitas de hotmail como la del senador y supuesto dueño de Kimberly Klark (que, por cierto, resultó ser un engaño ¿por qué no se informan antes de enviarme pendejadas?) o uniéndose a grupos de facebook que están en contra de todo esto? De verdad creen que eso hará retroceder la ley y algún vocero del congreso irrumpirá la sesión y dirá: “¡gente del congreso, gente del congreso!… ¡Se han juntado más de 37,000 ciberfirmas de latinos molestos desde la comodidad de su casa y 80, 000 personas más se unieron a un grupo de facebook que está en contra de la ley Arizona con un sólo click!… Nos han derrotado… ¡la ley será destruida!” ¡Pff! ¡Por favor!…

¿Cuántos de ustedes protestaron indignadísimos en contra de la ley racista que segrega a sus queridos compatriotas indocumentados, pero a su vez les han negado una amistad, un trabajo, una ayuda, una oportunidad, un gesto amable o una simple cortesía por ser ellos morenitos o prietitos? ¿Cuántos de ustedes no han usado de manera despectiva las palabras negro, indio o chinito? ¿Cuántos de ustedes no han guerreado en foros o chats usando insultos estereotipados contra guatemaltecos, peruanos, españoles, argentinos o incluso contra sus propios mexicanos de otras provincias, sin dejar de firmar, claro, con el clásico y de muy, muy, muy mal malísimo gusto “¡viva México, cabrones!”? ¿Cuántos de ustedes prefieren que sus amistades los vean acompañados de un mexicanito de aspecto naquito a que los vean con un gringo güero, suponiendo que ambos tuvieran el mismo nivel económico?

Si ninguno de ustedes alzo la mano en respuesta de estas preguntas, entonces los felicito por ser unos auténticos dalailamas; de lo contrario espero que empiecen a mirar el problema de donde comienza realmente antes de quejarse de algo que ustedes mismos hacen.