Mi celulámpara

¡Yayayayayaya! ¡Ya no más! ¿Sabes qué?… ¡Me rindo!

No puedo resistir más la gravedad siniestra e indefectible de la sociedad. Mis brazos están débiles, no puedo sostenerme contra la corriente del rio, debo dejar que me lleve…

Y es muy triste porque cada vez que lo miro recuerdo a John Rambo, a John Spartan o a John McClane, mis modelos a seguir, mis maestros; los tres Johnes. Ellos no se habrían dejado llevar por la moda o se hubieran sometido a la presión del estatus social. De hecho, no creo que usaran un teléfono celular más que para recibir llamadas del presidente que los necesita para que salven al mundo y para llamar a una Hotline. Porque, después de todo, ¿el tener un teléfono móvil de moda me hace una mejor persona? ¿Me vuelo acaso más inteligente? ¿Se extienden las dimensiones de mi pene? No lo creo (además de que las dos últimas hipótesis rozan las fronteras de la imposibilidad). Sin embargo el empuje del estatus económico o del falso estatus económico puede más que cualquier resistencia humanista como la mía.
 
Este es el teléfono móvil viejo al que me refiero.

 


Noten cómo a pesar de que llevo con él unos cinco años, el teclado sigue prácticamente intacto.

Digo falso estatus económico porque he visto personas que prefieren ser austeros con sus necesidades de vivienda básicas para darse esos lujos innecesarios, que irónicamente pasarán de moda un año después. Yo no soy de estos, pero tal vez sí soy de los segundos; tal vez sí soy como muchos de ustedes que me leen; tal vez sí me sentiría más cool y seguro de mí mismo con un Iphone o el más nuevo BlackBerry, o “la BeBé”, como le llama el mamón de mi amigo a su teléfono.

A todo esto, el fin de semana estuve a punto de comprar un aparatito como los mencionados. Y esta inusual actitud de mi parte fue producida por varios antecedentes:

Primero, las constantes burlas de mis amigos. La última fue jugando basquetbol. Dejé mis llaves y mi celular en las gradas para que no me estorbaran, cuando uno de mis amigos lo vio, sonrió y dijo con ironía: “wow, tú sí que estás a la vanguardia tecnológica”, y todos los otros se empezaron a reír de mí, rodeándome en un círculo y señalando mi vergüenza con su dedo índice. Después,  una chica con la que salí hace un mes. Todo iba muy bien hasta que saqué mi teléfono y rápidamente su cerebro femenino interpretó y tradujo lo visto como un futuro económico incierto a mi lado. ¿¡Por qué!? ¿¡Por ké No puEdEn vEr a TraVéde Mi CoRaZónN? , ke es lo ke realmente importa!?… o si quiera que bajen la mirada un poco y noten cuán grande es mi amor por ellas.

Aquí pongo más fotografías de mi teléfono.

 

Más fotos de mi celular

Y más…
 
La parte trasera de mi celular

Mi celular tomado de perfil

Total que ya no sé qué hacer. Cuando estuve acariciando el posible nuevo celular senti mucha emoción. Miro su cámara y pienso en los momentos chuscos y memorables, como cuando mi amigo Juan Carlos Tello, de las Historias de Juan Carlos Tello, estaba colgando peligrosamente del segundo piso y no pude grabarlo porque mi teléfono no tiene una cámara como ese; o cuando vi el trasero más espectacularmente perfecto que jamás haya visto. Pero luego recuerdo el momento en el que el viejo celular me ayudó a golpear a tres personas que me querían robar mi cachucha. O cuando fue el único celular con recepción la noche que se nos descompuso la camioneta en un bosque. O cuando anoté el número telefónico de la novia que más he querido… ¡y a quien ahora maldigo! O cuando lo ocupaba para buscar cosas en la oscuridad con su lamparita incluida.

Es triste, pero creo que debo de hacer lo que todos los demás hacen. Después de todo, es sólo un celuar y no mi amigo, ¿o sí?

¿Ustedes qué harían en mi caso? Sus respuestas me ayudarán a decidir, en verdad. ¿Debo cambiarlo? Está feo, es ridículo, vergonzoso y la gente me juzga por él; pero por otro lado, es muy útil, la batería me dura días, nunca me falla con la recepción, sólo lo uso para mensajes y llamadas, y sobre todo, no quiero ser una víctima más de ese monstruoso consumismo que a todos tiene esclavizado. Siento que estoy dos o tres grados evolutivos arriba de todo esto, pero supongo que debo de adapatarme al mundo…

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