La otra vez estaba yo en una fiesta besándome con una vieja dentro de una alberca en un rancho hasta en casa de la chingada; en eso que me dicen -”ey córrele que se va tu ride“. Se iban los cabrones con los que había yo llegado, pero no podía salirme del agua porque traia la verga bien parada y llevaba un short con el que se notaba mucho el monte Everest; en eso que les digo: – “sí, sí,, ahorita voy es que me dio un calambre, es que me dio un calambre”- y así estuve haciéndome pendejo y quejándome, hasta que mi corazón dejó de bombear sangre a las paredes cavernosas de mi pene y pude salir a salvo a la superficie.
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